Recorrer(me)
- blancamargal
- 28 jul 2023
- 2 Min. de lectura
Fue pronto que se coló
en los rincones de mi casa.
No sabía de dónde venía
ni qué buscaba entre mis paredes,
pero aun así le entregué mis llaves.
Me despertó y meció con gusto,
con tacto y cuidado.
Me alimentó y tejió sobre mi piel
significados inesperados.
Cambió el mobiliario de ubicación,
llenó la pared de papel blanco
y construyó sobre viejos cimientos
para evitar el derrumbe del hogar.
Sentí cada paso que dio por los pasillos,
como si el pecho tuviera capacidad
para crecer ante el intruso
y ya dejar de ser el poseedor
de la tormenta.
Noté cómo hurgó en mis silencios,
desvelando los secretos acumulados,
y abrió todo cajón a su paso,
revolviendo los recuerdos dejados atrás.
Descubrí la colisión con el huésped solitario,
que se vestía de ermitaño,
y cuyo nombre era roma al revés.
Supe de sus viajes alrededor de mis venas
y confié en que el hogar fuera compartido.
Al tiempo, su mirada se enredó en la mía,
aunque ya nos conocíamos.
Me acerqué a él al ritmo de una canción,
que suspiraba conexiones,
y traduje desencuentros en encuentros.
Escribí poemas bajo el calor del abrigo,
abracé la compañía del cuerpo
e hice hueco para quien vivía con freno.
Aprendí a pronunciar con delicadeza
su nombre
y lo repetí numerosas veces
para no olvidar ni la última letra.
Albergué la esperanza del huésped fiel,
que se movía con mesura,
y hundí las rodillas en la tierra
para que pudieran florecer las plantas.
Las regué, las observé y les hablé
del intruso que no conocía,
y que empezaba a sentir familiar.
Vi la flor salir y sentí la suerte a mi lado.
Vi nacer la ilusión del futuro.
Y creí. De verdad creí
que la suerte me salvaba.
Pero tropecé con palabras, caí ante silencios.
Di volteretas en una montaña que no dejaba de girar.
Desesperé hasta sentir la presión en el pecho.
Reventaron los huesos de cargar la verdad no desvelada.
Giré la cara y descubrí la sombra de la antigua propietaria.
y quise una piel que no era mía
y ardí en unas entrañas que desconocía
y descubrí la voz de la agonía
y hundí las manos en melancolía.

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